Miércoles 1 de Mayo, 2024
Quinta Semana de pascua
SAN JOSÉ OBRERO
Gén 1,26−2,3: «Hagamos al hombre»
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.
Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.
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O bien:
Col 3, 14-15. 17. 23-24
Hermanos: Sobre todas las virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.
Todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo. Todo cuanto hagan, háganlo de buena gana, para agradar al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor les dará la herencia en recompensa. El amo a quien sirven es Cristo.
Salmo Responsorial
Del Salmo 89
R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Desde antes que surgieran los montañas
y la tierra y el mundo apareciesen,
existes tú, Dios mío,
desde siempre y por siempre. R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Tú haces volver al polvo a los humanos,
diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como un día
que ya pasó, como una breve noche. R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Haznos captar lo breve de la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuando, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando? R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos,
puedan mirar tus obras y tu gloria. R.
R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 67, 20
R. Aleluya, aleluya.
Bendito sea el Señor día tras día,
que nos lleve en sus alas y nos salve.
R. Aleluya.
Evangelio: Mt 13,54-58
«¿No es éste el hijo del carpintero?»
Texto del Evangelio (Mt 13,54-58): En aquel tiempo, viniendo Jesús a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
«¿De dónde le viene todo esto?»
Rev. D. Xavier PARÉS i Saltor
(La Seu d'Urgell, Lleida, España)
Hoy celebramos la fiesta de san José obrero. Es un día festivo para descansar del trabajo cotidiano, y celebramos la Fiesta del Trabajo. Los trabajadores y sus sindicatos suelen aprovechar este día para hacer sus reivindicaciones en defensa de sus derechos. La Iglesia nos pone, hoy, el ejemplo de san José, el carpintero de Nazaret, que fue un modelo de trabajo para sostener su familia y desarrollar su oficio. Ésta es la forma normal de vivir en este mundo, ganándonos el pan de cada día con el sudor de nuestro trabajo. Los derechos humanos nos dicen que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Es así como cumplimos con nuestros deberes y nos ganamos el salario que nos corresponde. San Ambrosio dice que «es un homicidio negar a un hombre el salario que necesita para vivir». Hoy, la Iglesia reza por el mundo del trabajo, para que todo trabajador pueda cumplir sus deberes y vivir con dignidad.
El mismo Evangelio nos presenta a Jesús como «hijo del carpintero» (Mt 13,56), en su pueblo de Nazaret donde se crió y donde vivió la mayor parte de los años de su vida terrenal. A pesar de todo, la gente de Nazaret no llegó a conocer la persona de Jesús. Se creían que lo conocían, pero nada sabían de Él. Por esto, no se podían explicar de dónde le venía la sabiduría y el poder de hacer milagros.
Y nosotros, los cristianos, ¿conocemos a Jesús? También somos de su pueblo, del pueblo de Dios, de la Iglesia, y nos podría pasar como a los habitantes de Nazaret, que no lo conocían suficientemente. Si de cualquier persona podemos aprender cosas positivas y buenas, mucho más podemos aprender de Jesús de Nazaret. Escuchando el Evangelio de cada día es la manera como conocemos y aprendemos muchas cosas buenas de Jesús. Es así como enriquecemos nuestra vida y nuestra fe. Pidámoslo a san José, que tan bien supo cuidar y amar a Jesús.